El cuerpo materno cambia. No solo durante el embarazo, sino especialmente después del parto. Algunas mujeres recuperan rápidamente su figura, otras no. Algunas se sienten bien con su nueva imagen, otras no tanto. Y todas merecen respeto.

Cambios más frecuentes:

• Abdomen más flácido o con diástasis.

• Estrías y manchas en la piel.

• Aumento o reducción del volumen mamario.

• Retención de líquidos y sensación de hinchazón.

• Caída del cabello o cambios en su textura.

Aceptar no es resignarse: Aceptar es reconocer lo que el cuerpo ha vivido, sin exigencias ni comparaciones. Es comprender que la belleza no se pierde, se transforma.

Formas de cuidar desde el respeto:

• Alimentación nutritiva, sin dietas extremas.

• Movimiento suave y consciente, como caminatas o estiramientos.

• Rutinas de autocuidado sencillas pero constantes.

• Rodearse de mensajes reales, lejos de la presión estética.

Conclusión: El cuerpo que dio vida merece más amor que juicio. Cuidarlo con respeto es también una forma de agradecerle por lo que hizo. La maternidad real también se ve, y se abraza, desde ahí.

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