El sueño del bebé es uno de los temas que más preocupa a los padres. Las noches largas, los despertares frecuentes y la sensación de cansancio constante forman parte de la maternidad real. Aunque cada niño es único y no existe una receta mágica, sí hay hábitos que pueden ayudar a crear rutinas de descanso más tranquilas desde el principio.

Entender el sueño del recién nacido

En los primeros meses, los bebés no diferencian entre el día y la noche. Sus despertares frecuentes responden a necesidades básicas: comer, cambiar el pañal, sentir calor o buscar seguridad. Saber que esto es normal ayuda a vivirlo con menos frustración.

Pequeños gestos que ayudan a marcar la diferencia

1. Ambiente tranquilo y predecible

Un espacio oscuro, con temperatura agradable y sin ruidos fuertes, facilita que el bebé asocie ese lugar con descanso.

2. Rutinas simples antes de dormir

Un baño relajante, ponerle el pijama, una canción suave o arrullarlo siempre de forma parecida ayuda a que el bebé entienda que llega la hora de dormir.

3. Luz natural durante el día

Exponer al bebé a la luz diurna y mantenerlo más activo en esos momentos favorece que, poco a poco, su cuerpo diferencie entre día y noche.

4. Respeto a sus señales

Bostezos, movimientos más lentos, frotarse los ojos… atender a estas señales antes de que esté demasiado cansado facilita que se duerma mejor.

5. Paciencia y flexibilidad

Cada bebé tiene su propio ritmo. Habrá noches fáciles y otras no tanto, y eso también forma parte del proceso.

El papel de los padres

El descanso no solo es importante para el bebé, también para la madre y el padre. Alternarse en las tomas nocturnas, pedir ayuda a familiares o aprovechar siesta del bebé para descansar uno mismo puede marcar una gran diferencia en el bienestar de toda la familia.

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