El posparto es una etapa intensa. Entre la recuperación física, las tomas del bebé, las noches interrumpidas y los cambios emocionales, muchas madres sienten que no tienen ni un minuto para ellas. Y aunque cuidar de un recién nacido ocupa gran parte del día, no significa que tengas que olvidarte de ti misma. Al contrario: el autocuidado es parte esencial de la maternidad.

Autocuidado no es egoísmo

A veces pensamos que dedicarnos unos minutos es “perder tiempo” o que deberíamos estar 100% centradas en el bebé. Pero la verdad es que una madre descansada, hidratada y más tranquila también está mejor preparada para cuidar de su hijo.

Pequeños gestos que suman mucho

1. Rutinas de higiene básicas sin prisas

Una ducha tranquila, lavarse el pelo o aplicar una crema corporal no son lujos: son gestos de recuperación y bienestar.

2. Alimentación consciente

Tener a mano comidas sencillas y nutritivas (frutas, frutos secos, sopas o platos ya preparados) ayuda a mantener la energía sin caer en la improvisación.

3. Descanso cuando sea posible

Dormir como antes puede no ser posible, pero aprovechar las siestas del bebé o delegar algunas tareas marca la diferencia.

4. Un rato al aire libre

Un paseo corto con el carrito o simplemente sentarse en el balcón unos minutos permite oxigenar la mente y despejarse.

5. Cuidar la piel y el cabello

Un bálsamo labial, una crema ligera o recoger el cabello de forma cómoda. No se trata de estética, sino de sentirte más fresca y reconectada contigo.

Crear tu propio ritual

No tiene que ser largo ni complicado. Puede ser un té caliente en silencio, escribir unas líneas en un cuaderno o escuchar música suave mientras el bebé duerme. Lo importante es que sea un momento tuyo, donde respires y recuerdes que, además de madre, eres mujer.

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